viernes, 21 de agosto de 2009

Las viudas de los jueves - Página 12

Capítulo 8

Los primeros años en Altos de la Cascada Virginia se dedicó a criar a Juani y a disfrutar del deporte, de las caminatas bajo los árboles, de las nuevas amistades. Era una más de nosotros. Si nos vendió o alquiló alguna casa o terreno en aquella etapa fue seguramente una operación aislada en la que intervino sólo porque conocía a alguna de las partes. Se empezó a dedicar más oficialmente al negocio inmobiliario seis años después, cuando Ronie se quedó sin trabajo. Habían sido muchos años dedicados a administrar los campos de una familia amiga, así que le correspondió una indemnización interesante que les permitiría vivir sin demasiados problemas por un tiempo. Un plazo más corto o más largo según el nivel de gastos que llevaran de ahí en adelante. Y Ronie se lo tomó así, como un tiempo sabático e indeterminado. Antes de que ese tiempo expirara, él estaría generando otro ingreso, pensó. Pero Mavi no pensaba lo mismo, aunque no se lo dijera. Sospechaba las dificultades con las que se encontraría su marido a la hora de ponerse a buscar un nuevo empleo y no quería ver sangrar sus ahorros sin ninguna entrada que ayudara a aminorar la hemorragia. Reducción de gastos, le dijeron a Ronie, y al mes habían traído a un ingeniero agrónomo recién recibido a aprender lo que él había hecho durante tantos años sin título. El que para esa misma época y como espejos contrarios se había asegurado trabajo era nuestro presidente, el de la Nación, que gracias a la reforma de la Constitución que cambiaba a cuatro años su mandato, podía ser reelecto. Ronie no tuvo la misma suerte. Aunque en ese año signado por la muerte perder el trabajo era mal de muchos, pero no el peor castigo. Menos de un año después del atentado a la mutual judía, se mataba el hijo del presidente al caer su helicóptero, explotaba Fabricaciones Militares en Río Tercero matando a siete personas, y se iban ídolos como el boxeador que había tirado a su mujer por la ventana, o el primer campeón argentino de fórmula uno, que todo Balcarce despidió encendiendo el motor de su automóvil en el momento del entierro. Pero la muerte, la nuestra, la cercana, todavía estaba bastante lejos por aquella época.

"Mavi Guevara" fue la primera inmobiliaria manejada por alguien que conocía realmente La Cascada. Y a quien nosotros conocíamos. María Virginia Guevara. Virginia; nosotros nunca la llamábamos ni por el nombre completo ni por el abreviado, como si eso marcara una diferencia, porque el María Virginia correspondía a un pasado que desconocíamos y el Mavi era un nombre impuesto para los negocios. Antes de que Virginia apareciera oficialmente en el rubro, las casas las vendíamos y comprábamos por intermedio de inmobiliarias de San Isidro, Martínez, incluso de Capital, con un manejo impersonal, donde nadie conocía a nadie y los agentes nos mostraban los inmuebles como si fueran separables del piso en el que estaban plantados. Virginia instaló un estilo distinto. Nadie como ella sabía de los tesoros que guardaba cada casa. Ni de los defectos. Sabía que acá las calles no son rectas paralelas como en la ciudad, que su trazado no responde a patrones establecidos. Después de mostrar tres casas, el empleado de una inmobiliaria cualquiera podía confundir el este con el oeste, y terminar llamando a la guardia porque Altos de la Cascada se le convertía en un laberinto del que no podía salir ni siquiera volviendo sobre sus propios pasos. Como al Hansel del cuento que los pájaros le comieron las miguitas de pan, a los forasteros La Cascada les devora el sentido de orientación, los atrapa en su trazado de caminos donde todo parece igual y diferente al mismo tiempo. Virginia podría salir con los ojos cerrados. Cualquiera de nosotros podría. Sabemos de memoria detrás de qué arboleda sale el sol. Detrás de la casa de quién se pone. En verano o en invierno, que no es lo mismo. A qué hora canta el primer pájaro, por dónde pueden cruzarse un murciélago o una comadreja. Ese era uno de los puntos que más tenía en cuenta Virginia a la hora de mostrar un inmueble: los murciélagos y las comadrejas. Potenciales vecinos, desprevenidos, pueden creer que al llegar a Los Altos llegaron al Paraíso, y si se les cruza un animal de ese estilo, sin haber sido advertidos previamente, no se reponen del susto. A murciélagos o comadrejas no los detienen ninguna de las tres barreras, ni los alambrados perimetrales. Después uno se acostumbra, hasta les tomas simpatía, pero el primer impacto es fuerte, como una desilusión. Los que venimos de la ciudad traemos muchas fantasías, pero también muchos miedos. "Y para el negocio inmobiliario es bueno que mantengan las fantasías y que se saquen los miedos", tiene escrito Virginia en su libretita de apuntes en el capítulo dedicado a "Murciélagos, comadrejas, y otros bichos de La Cascada". "Al menos hasta el día de la escritura", agregó entre paréntesis. Una libretita roja, con espiral, una especie de bitácora de su aprendizaje del negocio inmobiliario que llevaba a todas partes. Una liebre, en cambio, sí que estaba bien conceptuada al momento de mostrar una casa, sobre todo a una familia con chicos, "esa suele ser la parte de la naturaleza que les gusta ver".

Su libreta roja fue ganando valor con los años y la experiencia. De alguna manera se convirtió en leyenda en el barrio. Formaba parte del mito de Mavi Guevara. Todos sabíamos que existía pero, aunque algunos aseguraban que sí, nadie la había leído. Temíamos haber sido incluidos, pero también haber sido ignorados. Y sospechábamos, equivocadamente, que entre todos podíamos armar oralmente un rompecabezas parecido al que en ella se escondía, juntando frases aisladas que le fuimos escuchando a lo largo de los años e inventando adecuadamente otras. Repitiendo sentencias tal como nos las acordábamos, fuimos armando entre todos una libreta roja imaginaria y oral que dábamos como cierta. Y Virginia no nos contradecía. "Pórtate bien que te anoto en mi libreta roja", amenazaba, y se reía. Ella decía que apuntaba todo, aunque no estuviera segura acerca de la utilidad de algunas de sus anotaciones. Hacia dónde desagotan las zanjas. Qué parque se inunda. Cuál es el mejor electricista de la zona. Y el mejor cerrajero. Qué vecino es intratable. Quién no se ocupa como corresponde de su mascota. Quién no se ocupa de sus hijos. Algunos dicen que anota hasta quién engaña a su mujer o quién no le paga a su empleada. Pero deben ser todas habladurías, porque eso qué importa a la hora de comprar o vender una casa. Y además de la libreta roja llevaba un fichero alfabético de fichas rayadas blancas. Los Insúa. Los Masotta. Los Scaglia. Los Urovich. Tenía todas las casas fichadas, las que estaban a la venta y las que no. Agregó las que no estaban a la venta poco después de enterarse de que en algunos diarios ya tienen escritos los obituarios de ciertos personajes famosos antes de que mueran. "Trabajo adelantado", decía, "menos macabro el mío que el de ellos". Y a pesar de que algunos se quejaron de estar incluidos en su fichero pre-mortem, el paso de los años le fue dando la razón. Distintas crisis de distinto tipo hicieron que casas que habían sido pensadas para toda la vida dejaran de serlo. El dinero que puede pagar la vida en un lugar así cambia de manos con las épocas. Y Mavi no lo hacía ni de agorera ni de envidiosa, como le gritó un día en la cara Leticia Hurtado, poco después de que le remataron la casa. Lo hacía porque se había dado cuenta antes que todos de qué se trataba la cosa, tanto, que hasta tenía fichada su propia casa.

(Ver página 13)
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7 comentarios:

Anónimo dijo...
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Luis Quijote dijo...

Estimado Anónimo:

Pueden poner citas bíblicas, spam, publicidad no relacionada con el tema o citar páginas que nada tengan que ver con el artículo, como en el caso anterior.

¡Es un placer borrarlas!.

Todo lo demás (palabrotas incluidas), sin censura.

Reinaldo Larroudé dijo...

No usamos la Parabra de verificación para no incomodar a quienes dejan comentarios correctos.
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Hicimos una excepción con el anterior, que está fuera de lugar, pues -según la traducción de Word- dice:
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"China y Rusia acusan a EE.UU del terremoto que sucedió en Haití debido a un experimento.
El informe de los científicos militares chinos y rusos, coinciden con los del investigador canadiense, y la oficina Asia-Pacífica, anterior Jefe de Revista Forbes, Benjamin Fulford, que lanzó en un video, detalles cómo los Estados Unidos atacaron China por el envío de 90 Millónes de voltios en ondas de choque del Auroral activo de alta frecuencia de los americanos, en las instalaciones del programa de investigación (HAARP) en Alaska.
¿Es realmente posible que los seres humanos generen un terremoto?
Parece esto [url= http://universalages.com/hot-news/what-happened-in-haiti-is-it-related-to-haarp/] artículo sobre el terremoto de Haití [/url] en un cierto blog parece muy interesante.

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Creemos que los que nos USAn son MUY capaces de hacelo, pues demuestran día a día que no respetan la vida, por eso lo dejamos.
Quizá, en breve, tengamos mas datos.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

nomesirve