viernes, 27 de julio de 2018

Tuve la suerte de criarme en otra época...

Tuve la suerte de criarme en otra época...
Tuve la suerte de tener una hermana para jugar y aprender dónde y como se reciben los golpes, y como defenderme.
Tuve la suerte de conservar a mis amigas del barrio y de la escuela, donde hoy, nos vemos cada muerte de obispo, o de avispa, pero cada tanto, nos vemos y en esa vez por año, nos ponemos al día.
Tuve la suerte de pescar 'pescaditos' de la zanja, cuando todavía había zanja y mucho campo al rededor.
Tuve la suerte de que mi abuelo me pille cocinando esos 'mariscos', pescados con el colador de los fideos y cocinándolos en la cocina misma, y que me persiga por todo el patio, cuando todavía yo, tenía la suerte de correr mas rápido que él.
En casa ya se sabía. 
A la tarde, a la hora de la siesta, cuando reinaba el silencio, era porque estábamos haciendo cagadas.
Tuve la suerte de criarme con gallinas y mi abuela.
Pasaba el carro con el altavoz, a la voz de -¡Cinco gallinas, cinco pesos, patrona! ¡Para puchero, para estofado, para mayonesa!. Cómo olvidarlo! El carro pasaba a unas cuadras y yo salía con mi bicicleta plegable, (esa que a Mamá Noel le había costado un ojo de la cara), a decirle que mi abuela lo llamaba. Cuando llegaba, mi abuela les metía el dedo en el culo a las gallinas para saber si tenían huevos! Jaajajaja. Con el tiempo, con mi hermana, nos animamos a violar a las gallinas también.
Mi abuela les retorcía el cogote y las colgaba patas para arriba de un árbol. Las sumergía en una olla con agua hirviendo y las llevábamos corriendo al fondo y las desplumábamos en el pozo donde quemábamos la basura, porque ni siquiera pasaba el basurero.
Después con mi hermana, jugábamos con la gallina muerta hasta que nos aburríamos.
Tuve la suerte de tener un perro, que fue mi mejor amigo.
Charly, era un león entre la maleza, cuando estaba el pasto largo, y el osito de peluche mas dulce a la hora de dormir.
También fue amor, consuelo y contención.
Tuve la suerte de tener un galpón de chapa a disposición, donde todo bártulo que pasaba, iba a parar a ese lugar y cada tanto me mandaban a ordenarlo.
Un quilombo hacía!! Sacaba casi tooodo al patio y antes que se haga de noche, tenía que haber ordenado y metido todo adentro. Ahí aprendí a jugar al tetris, porque cuanto mas espacio quedaba, mas espacio tenía para jugar.
Había una caja en una especie de altillo, con un rótulo, (porque todo estaba rotulado), con un cartel que decía: Utensillos de cocina. Alguien lo había escrito mal, y hasta hoy, no puedo sacarme la costumbre de tener que pensar cómo realmente se escribe antes de hacerlo. Como esas cosas que se aprenden mal y te cuesta un Perú, 'volver a aprenderlas bien'. Jajajaja.
Tuve la suerte, de tener ese galpón a disposición. Tenía una ventana, y jugábamos con mi vecina de al lado, a que una era cliente y la otra, la que vendía... Y vendíamos todo: Un par de zapatos, un libro, un martillo, un par de patines y una porción de tomate con azúcar. Para hacer las compras usábamos la bolsa de hacer los mandados, claro. 
También tenía una casita del árbol, pero era mas imaginación que casita. Sólo el piso tenía Jajajaj.
Maldito siempre verde, cada tanto se rompía una rama y terminábamos en el piso. Lo pienso y me río. 
Tuve una hamaca paraguaya que a veces oficiaba de barco, a veces de casita de bicho canasto, refugio para leones y a veces de cama en siestas largas, donde me despertaba llena de picaduras de mosquitos. 
Tuve la suerte de criarme entre bibliotecas y millones de libros, que mientras acomodaba, los ojeaba un poco y de vez en cuando, elegía uno para leer.
Cuando le tomé mas amor a los libros, ese galpón fue mi tesoso. Pocas veces los leía enteros, me aburrían los libros largos, pero les empezaba a no tener miedo.
Tuve la suerte de que 'El principito', fuera mi primer libro largo, del cual pude aprender muchas cosas que hoy recuerdo. 
Tuve la suerte de criarme entre mas de 50 Mafaldas.
Mi mamá nos las regalaba, mi hermana se entretenía con los dibujitos y yo las leía. 
Entendía bastante poco, pero las leía.
¿Qué será la Otán, la Organización mundial de la salud, el voto electoral y la vacuna contra el despotismo? Me preguntaba.
Mi mamá las reponía, cuando las íbamos rompiendo y se les salían las hojas.
Usábamos esas hojas para tirarlas para arriba, como Flavia Palmiero en la Ola Verde, y mirábamos la que atajábamos. 
Tuve la suerte de preguntarle a mi mamá: - Ma! ¿Qué es tal cosa?. 
-Agarrá el diccionario, me decía. Me tenía podrida con el diccionario. Tenía un Argos Vergara de 12 tomos gigantes mas dos, de 8 idiomas. 
Era otro mundo, otra suerte.
A veces sólo me entretenía con el diccionario.
Tuve la suerte de descubrir muchos libros lindos que me acompañaron, que me apuntalaron y que dejaron huella.
Tuve suerte de amigarme con las letras y de pelearme con mi mamá porque no me decía que significaban las palabras. 
Tuve la suerte de descubrir otros mundos, de hacer otros viajes, tanto imaginarios como internos y profundos.
Por eso, a vos te digo, cada tanto, cuando puedas, revolvé una biblioteca, entrá a una librería, y cada tanto, internate en ese mundo y fabuloso y paralelo que te abre la mente y el corazón.
♥️
Luis Quijote, quien fue mi padre y mi mentor, es el creador de este blog, denominado Anécdotas del camino.
Me había propuesto, hace algún tiempo ya, seguir con este proyecto, al cual me negué, por creer no estar a su altura, ni de casualidad.
Creo que ha llegado el momento de arremangarme y comenzar a darle un poco de vida a esto, que es parte de su huella y su legado.
Si me lo permiten, si me lo permitís, papá, trataré de ir colgando algunos textos, aunque ya sabemos, no te llego ni a la altura de los talones.
Abrazo al cielo.