sábado, 8 de septiembre de 2018


A MI, ME ENSEÑARON A PENSAR.
Tuve muchos maestros.
Tengo tantos otros.
Fidel Arturo Schaposnik, alias 'El Chapa', apodado por nosotros, porque creíamos que estaba loco, pero que era un Genio, así, con mayúscula.
1993. Colegio Nacional.
Primer año.
Profesor de Física.
Fuerza equilibrante. Peso, Velocidad, Magnitud. Termodinámica.
Newton y Maxwell.
Arquímedes y la densidad de los objetos sólidos. El sistema heliocéntrico de Copérnico.
Un tipo de barba colorada, anteojos, traje azúl y pipa, si mal no recuerdo.
Sus clases parecían mas de filosofía que de física.
Nos abrió la cabeza de un hachazo, justo a nosotros, que recién dejábamos de jugar con las muñecas o los autitos.
Fue un cachetazo, un descubrir y empezar a entender el mas allá de nuestra nariz, el mas acá, detrás de los ojos.
Ver, pensar. Vivir.

Enrique Vidal.
Profesor de Lengua y Literatura.
Colegio Nacional.
Primer año.
El fantasma de Canterville.
Relato de un náufrago, entre tantos otros.
Contaba las historias fascinantes de Edgar Allan Poe, a la misma vez en que nos contaba que tuvo un murciélago de mascota, hasta que se le escapó por entremedio de las rejas de la jaula.
Ese tipo cada tanto nos daba extensas charlas donde nos hacía pensar la vida y quienes éramos (o podríamos ser, internamente) cada uno de nosotros.

Graciela Carám.
Profesora de Lengua y Literatura.
Colegio Nacional.
Segundo año.
La Ilíada y La Odisea.
Una mujer buena e imponente, que hacía notar su presencia entre esas altas paredes de altas puertas y ventanas.
Esas aulas de pupitres pegados unos a otros por la espalda y pisos de madera que hacían, desde aquellos años, ruido a cada paso. Señoras aulas, a las que tratábamos de Usted, si no fuera por su magniprescencia.
Prácticamente nos obligó a pensar y sentir la vida fuera del aula y mas allá de los libros y nuestros deberes como alumnos.
Nos enseñó a seguir conociéndonos en el hacia adentro y a buscar en eso, que no estábamos seguros que carajo era.

Amiconi, alias 'El huevero', apodado por nosotros.
Profesor de matemáticas.
Escuela Técnica Nº 5.
Tercer año.
Parábola, Funciones trigonométricas. Seno, coseno, tangente...
Movimiento rectilíneo uniforme. Velocidad uniformemente acelerada.
Cosas en las cuales me sentí perdida, o casi a punto de ahogarme, pero que fueron compensadas por su manera en que nos 'cagaba a pedo'.
Ese tipo, nos enseñó a lucharla, nos empujó a seguir creciendo y a creer en nosotros. Nos enseñó a pelear por lo que creíamos justa causa.

Robin Williams, como el profesor Mr. Keating, en LA SOCIEDAD DE LOS POETAS MUERTOS.
Allá por los '90, merodeando esas épocas donde todavía yo, me sentía un poco a la deriva, y su ideal de crear librepensadores.
Mostrando el camino impuesto de seguir las normas, estrictas, rígidas, o crear las propias. Enseñando que los alumnos somos los protagonistas de nuestra educación. A sentirnos mas libres, aún funcionando bajo presión. A ser creativos. A que somos nosotros quienes tenemos que poder ejecutar un propio juicio de valor, nuestra mirada, nuestra perspectiva individual y su defensa. A tomar las riendas de nuestra propia vida. A luchar por aquellos sueños de los que estamos convencidos y no dejarnos ganar o caer en el conformismo por no tener valor de enfrentarlos. A ser fieles a lo que sentimos pese a las consecuencias. A animarnos a vivir.

Tuve muchos maestros.
Tengo tantos, hoy.
Mis maestros son las personas con las que me rodeo cotidianamente, y no tanto.
Todos tienen una historia que contar, algo para enseñar, y, asimismo, todos tenemos cada día, algo por aprender.
Gracias a los que fueron, a los que ya no están, (entre ellos, mi Papá), y a los que forman parte de mi aprendizaje cotidiano, que es este largo camino del aprender a vivir.

Patricia Enriqueta

No hay comentarios: